jueves, 6 de noviembre de 2014

Memorial de agravios.

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Navegaciones
Pedro Miguel
Los niños paridos en la vía pública. Los ríos envenenados por los compadres del poder. El poder enloquecido por el dinero ilícito. Las arcas públicas endeudadas por Zedillo. El mercado nacional entregado por Salinas. La destrucción deliberada del sistema de educación pública. La ruina consentida de los hospitales. La enseñanza y la salud convertidas en negocio de particulares. Los muchachos de Ayotzinapa.
Las mujeres violadas y descuartizadas en Chihuahua, estado de México, Querétaro, Chiapas y en los demás rincones de un territorio nacional también descuartizado. Los electricistas privados de su fuente de trabajo. Los pilotos, las azafatas, el personal de tierra a quienes les fue robado su empleo con la complacencia del poder. Los agricultores expulsados de su milpa para construir autopistas torcidas desde los cimientos. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los gestos triunfales de los gobernantes sobre las ruinas del país. Los discursos mentirosos y las simulaciones de democracia. El petróleo entregado a la rapiña. La electricidad convertida en artículo de lujo. La Suprema Corte de Justicia de la Nación como parásito gigantesco que chupa presupuestos en su mole de Pino Suárez. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los miles de millones que desaparecieron de la contabilidad en el sexenio de Fox. Los multifamiliares rematados entre los familiares a 200 pesos. El uso de la Procuraduría General de la República para golpear y perseguir las iniciativas discordantes. Los muchachos de Ayotzinapa.
La Estela de Luz que recuerda la sombra del calderonato. Los cientos de perredistas asesinados en tiempos de Salinas. Los campesinos ajusticiados por defender los recursos naturales. La obscenidad de la riqueza vuelta entretenimiento para muertos de hambre. Los recintos oficiales y los cementerios convertidos en set para las fiestas de la élite. Los huesos de los próceres exhibidos en un circo presidencial. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los más de 100 mil muertos que dejó la guerra espectacular de Calderón. Los que lleva la guerra de clóset de Peña. Los veintitantos mil desaparecidos, disueltos en ácido, tirados en los caminos, incinerados para que no quede la menor molécula de su identidad. Los padres privados de sus hijos y los hijos huérfanos de sus padres. La conversión del narcotráfico en un sector económico. La concesión de territorios al control de la delincuencia. Los pueblos secuestrados. Los ciudadanos obligados a pagar impuestos y extorsiones a las dos caras del narcoestado. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los políticos comprados y vendidos por voluntad propia. El aprovechamiento del hambre de millones para comprar la Presidencia. El hostigamiento perpetuo a las comunidades zapatistas. Acteal. Aguas Blancas. El Charco. El Bosque. Tlatelolco. Los muchachos de Ayotzinapa.
La electricidad regalada a las grandes empresas. Los impuestos devueltos a los conglomerados influyentes. La sumisión ante el poder televisivo. Los miles de millones otorgados a comunicadores corruptos. Los jueces prevaricadores. Los magistrados obsecuentes. Los muchachos de Ayotzinapa.
La eterna opacidad de las finanzas públicas. El engaño electorero de los programas sociales. El teatro de la Cámara de Diputados y del Senado de la República. Los periodistas asesinados, torturados, desaparecidos y hostigados. El desmantelamiento de los derechos laborales. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los pederastas impunes en razón de su pertenencia a la clase política o al alto clero. Los funcionarios e influyentes que golpean a sus parejas. La erección de caminos de paga para beneficiar a las constructoras de los amigos. El reparto de las frecuencias entre los leales. La desvergüenza de Monex y Soriana. Los muchachos de Ayotzinapa.
El acoso a comunidades indígenas. Los proyectos hidroeléctricos construidos sobre tierras robadas. Las obras públicas defectuosas para asegurar el negocio de su constante remiendo. La simulación de concursos para el desarrollo de líneas férreas. La congelación de los salarios. La eliminación de los precios de garantía. La devastación de pequeñas y medianas empresas. Los muchachos de Ayotzinapa.
La impunidad pactada entre sexenios. Los miles de millones de dólares recibidos por procuradores, generales, gobernadores, vistas aduanales y jefes de seguridad para actuar como guardaespaldas de los maleantes. La distorsión de las funciones constitucionales de las fuerzas armadas. La soberanía nacional intercambiada por la protección de Washington al grupo gobernante. Los muchachos de Ayotzinapa.
La ofensiva contra los jóvenes. La discriminación institucional contra las mujeres. El acoso sexual perpetrado desde la protección de los cargos públicos. La estupidez provocadora erigida en frase oficial. La manipulación de la historia. Los vehículos blindados para salvar a los funcionarios del desastre causado por ellos mismos. La simulación ante la ordeña de ductos petroleros. El favoritismo en las concesiones de espacios públicos. Los muchachos de Ayotzinapa.
La tomadura de pelo persistente, impenitente, sórdida. La doble muerte de criminales destacados. El encubrimiento de capos. La administración de la verdad. La masificación de la mentira. La leche radiactiva importada por Raúl Salinas. Las privatizaciones de todos los sexenios. El maltrato y el asesinato de migrantes propios y ajenos. La compra de espacios en las portadas de revistas extranjeras. Los muchachos de Ayotzinapa.
El estreno de residencias millonarias al terminar la gestión. Las cuentas de banco en Suiza y en las Islas Caimán. El jineteo de presupuestos. Los Jaguares, los Volvos, los Mercedes y los Ferraris. Los negocios familiares disfrazados de franquicias electorales. Los pisos en Cancún y en Florida. La destrucción masiva de ecosistemas. Los muchachos de Ayotzinapa.
Los pactos que traicionan el mandato electoral. Los redondeos y los Teletones para esquilmar a los más pobres. El uso de recursos públicos para campañas electorales. El pacto federal como máscara, la separación de poderes como fachada, el orden constitucional como guión de telenovela, la democracia como envoltorio de la dictadura. Los muertos de San Fernando. El desamparo ciudadano en Veracruz, Morelos, Michoacán, Durango, Tamaulipas, Sinaloa, estado de México, Guerrero. Los muchachos de Ayotzinapa.
El avión presidencial más caro del mundo. La fabricación de delitos contra jóvenes inocentes. La negación de los derechos de las mujeres sobre su propio cuerpo. El desprecio explícito de los encumbrados hacia la prole. El lavado de dinero y de trayectorias personales delictivas. Los niños asesinados con balas de goma. La mierda monumental del régimen oligárquico. Los muchachos de Ayotzinapa.
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miércoles, 5 de noviembre de 2014

Marcha Ayotzinapa

2014
A TODA LA RESISTENCIA

COMPAÑER@S

SE LES CONVOCA PARA EL DÍA DE MAÑANA, MIÉRCOLES 5 DE NOVIEMBRE, A LA MOVILIZACION NACIONAL POR LA PRESENTACIÓN DE LOS 43 ESTUDIANTES NORMALISTAS DESAPARECIDOS, DE LA RESIDENCIA OFICIAL DE LOS PINOS AL ZÓCALO DE LA CIUDAD DE MÉXICO A LAS 4 PM.

¡¡VIVOS SE LOS LLEVARON, VIVOS LOS QUEREMOS!!

martes, 4 de noviembre de 2014

Pacto o renuncia.

Pedro Miguel
México vive bajo la constelación de una crisis quíntuple. La social se viene incrementando desde el sexenio de Salinas, cuando millones de campesinos fueron obligados, por la mano económica, no por la militar, a abandonar sus tierras y buscar algún resquicio de subsistencia en la emigración –nacional o internacional– o en la delincuencia, y cuando innumerables trabajadores urbanos se vieron forzados, de esa misma manera, a transitar al sector informal, a un mercado de trabajo volátil e incierto, a la changarrización (aportación teórica de Fox) o a la delincuencia. Tales fenómenos, así como la férrea contención salarial, la destrucción deliberada de los sistemas públicos de salud y educación, la eliminación o reducción de derechos individuales y colectivos y la liquidación de la casi totalidad de la propiedad pública se han traducido en desigualdad lacerante, desintegración social, miseria, marginación, desempleo, insalubridad, cinismo e indiferencia y una alarmante pérdida del sentido de nación por un gran número de habitantes del país.
La crisis política se origina en el primer sexenio panista por la utilización descarada de la administración para el enriquecimiento del entorno presidencial, el empleo faccioso de los organismos de procuración e impartición de justicia para sacar de la sucesión presidencial a López Obrador y, posteriormente, por el sometimiento de las entidades electorales (entonces encabezadas por Carlos Ugalde y Leonel Castillo) al fraude continuista que incrustó en Los Pinos a Calderón. Desde entonces, los tres poderes del Estado no han sido capaces de reconstruir su autoridad, su credibilidad, su representatividad ni su legitimidad, atributos que no derivan de oficios o pactos firmados por gobernantes, magistrados o legisladores, sino de la percepción social imperante. Las elecciones de 2012, adulteradas con un fraude que sólo resultó invisible para el IFE y el tribunal electoral, ratificaron y agravaron esa crisis.
La crisis económica, por su parte, se origina en la persistente mediocridad de los indicadores macroeconómicos desde 1982 en adelante y, particularmente, desde el descalabro financiero internacional de 2008. La economía no crece al ritmo que debe, el gabinete económico ha encontrado en el endeudamiento nacional desorbitado una manera de darle la vuelta a la prohibición neoliberal de déficits fiscales, el agro está más postrado que nunca, el mercado interno está hipotecado a los productores extranjeros y, para colmo, el peñato ha introducido en este escenario la perspectiva cercana de una reducción significativa de los ingresos públicos –que, reforma energética mediante, serán compartidos con consorcios privados– y de una importante masa demográfica que llegará al fin de su vida productiva sin jubilaciones ni pensiones.
El país pasa también por una crisis institucional que se manifiesta en la corrupción evidente (aeropuerto y tren México-Querétaro como ejemplos monumentales) y en la inoperancia generalizada de las dependencias y de los organismos autónomos del Estado, desde la Comisión Nacional de Derechos Humanos hasta la Procuraduría General de la República, y a lo anterior debe agregarse la espiral de violencia, inseguridad y ausencia de estado de derecho que Calderón le heredó a Peña y que éste se ha encargado de mantener e incrementar.
En semejante contexto, las ejecuciones extrajudiciales de Tlatlaya, la masacre y desaparición de normalistas en Iguala, los asesinatos de jóvenes estadunidenses en Reynosa a manos de la guardia pretoriana de la alcaldesa, los feminicidios en el estado de México, los homicidios cotidianos de políticos, dirigentes sociales, empresarios o ciudadanos desconocidos y humildes, alimentan en forma regular los cementerios clandestinos que son posteriormente descubiertos en Guerrero, Durango, Veracruz y otras entidades.
Ayer Peña anunció que gestionará una suerte de Pacto por Iguala –a la manera en que urdió el Pacto por México para aparentar que su brutal mutilación de la Carta Magna gozaba de legitimidad y consenso– para evitar que se repitan atrocidades como la perpetrada contra los estudiantes de Ayotzinapa el mes antepasado. Pero el momento nacional es muy distinto al de diciembre de 2012 y esta vez la sociedad se le adelantó. El crimen perpetrado contra los muchachos normalistas ha dejado al descubierto la imbricación de los tres niveles de gobierno y de la mayor parte de la clase política en las circunstancias que hicieron posible la barbarie; ha evidenciado que la agresión gubernamental contra la población inerme no es un hecho aislado sino parte de un patrón bien definido, y ha dado lugar a una indignación general que trasciende estratos sociales y que constituye, a su manera, el embrión de un pacto social gestado al margen, y a contrapelo, del poder oligárquico y neoliberal.
En tales circunstancias, el proceso de recomposición institucional y el principio de solución a la crisis quíntuple no pasa por un nuevo pacto cupular y vacío, sino por una renuncia presidencial. Y ante la manifiesta incapacidad de Peña y de su equipo para ver más allá de las cúpulas y de percibir los ánimos sociales, es necesario y urgente obligarlos a escuchar el clamor social mediante acciones masivas, pacíficas, legales y articuladas.
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lunes, 3 de noviembre de 2014

DECLARACION FINAL ENCUENTRO MUNDIAL MOVIMIENTOS POPULARES.

Posted on 29 octubre, 2014 by ALBA Movimientos
En el marco de la finalización del EMMP, queremos hacer llegar a la opinión pública un breve resumen de lo que sucedió durante estos tres históricos días.
1.Convocado por el PCJP, la PAS y diversos movimientos populares del mundo bajo la inspiración del Papa Francisco una delegación de más de 100 dirigentes sociales de todos los continentes nos reunimos en Roma para debatir en base a tres ejes –tierra, trabajo, vivienda- los grandes problemas y desafíos que enfrenta la familia humana (especialmente exclusión, desigualdad, violencia y crisis ambiental) desde la perspectiva de los pobres y sus organizaciones.
2.Las jornadas se desarrollaron intentando practicar la Cultura del Encuentro e integrando compañeros, compañeras, hermanos y hermanas, de distintos continentes, generaciones, oficios, religiones, ideas y experiencias. Además de los sectores representativos de los tres ejes principales del encuentro, participaron un importante número de obispos y agentes pastorales, intelectuales y académicos, que contribuyeron significativamente al encuentro pero siempre respetando el protagonismo de los sectores y movimientos populares. El Encuentro no estuvo exento de tensiones que pudimos asumir colectivamente como hermanos.
3.En primer lugar, siempre desde la perspectiva de los pobres y los pueblos pobres, en este caso de los campesinos, trabajadores sin derechos y habitantes de barrios populares (villas, favelas, chabolas, slums), se analizaron las causas estructurales de la desigualdad y la exclusión, desde su raigambre sistémica global hasta sus expresiones locales. Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y la concentración de la riqueza en manos de un puado de megamillonarios. Los panelistas y oradores coincidieron en que debe buscarse en la naturaleza inequitativa y depredatoria del sistema capitalista que pone el lucro por encima del ser humano la raíz de los males sociales y ambientales. El enorme poder de las empresas trasnacionales que pretenden devorar y privatizarlo todo –mercancías, servicios, pensamiento- son primer violín de esta sinfonía de la destrucción.

Mensaje de los Movimientos Populares participantes en el encuentro del Vaticano.

Posted on 30 octubre, 2014 by ALBA Movimientos
Mensaje de los Movimientos Populares
Vaticano, 29 de Octubre de 2014
Queridos Compañeros y Compañeras,
 Nosotras y nosotros, hombres y mujeres de muchos lugares, de muchos orígenes, culturas y creencias, representantes de movimientos sociales y populares de los distintos continentes, hemos llegado con alegría, aceptando la invitación del Papa Francisco para la realización de este Encuentro Mundial de Movimientos Populares en el Vaticano del 27 al 29 de octubre de 2014.
 Hemos atendido a esta convocatoria ya que la misma acoge preocupaciones que se sitúan en la misma dirección de nuestro caminar para la transformación del mundo. Constituye un hecho de enorme importancia histórica. Por primera vez, la voz de las y los pobres, de las y los excluidos sociales, y de las y los que luchamos para acabar contra esa pobreza y esa exclusión producto de un sistema económico cuyo objetivo es la ganancia, la acumulación de riqueza, y no el bien común, se han magnificado como nunca antes había ocurrido. Nos ha animado, además, enormemente la presencia del compañero Evo Morales que junto a los movimientos y el Papa, hemos logrado un momento histórico en la denuncia del desorden de este mundo y la afirmación del protagonismo de los pobres no resignados que luchan, protestan y están comprometidos a seguir buscando cambios profundos para beneficio de todas y todos.
 Nosotras y nosotros hemos encontrado entonces un gran espacio de intercambio y extensos diálogos sobre los problemas de la tierra, el trabajo, el techo, el medio ambiente y la crisis climática y las situaciones de violencia y conflictos bélicos que han puesto en riesgo a toda la humanidad. Nos ha animado mucho participar con nuestro Hermano Francisco, de conocer su pensamiento sobre estos temas y de saludarlo personalmente.
 Por eso hemos transmitido nuestras reflexiones denunciando las situaciones de injusticia, reafirmando al mismo tiempo las razones de nuestra esperanza y nuestro compromiso con las muchas formas de luchar para transformar la realidad en su dimensión económica, política y cultural.
 Igual como Francisco hace suyas nuestras preocupaciones, nosotros hacemos suyas sus palabras porque expresan precisamente nuestras aspiraciones y nuestros esfuerzos de ser los actores de esa transformación. Durante nuestro dialogo con el Papa Francisco, el ha expresado
 “Queremos que se escuche su voz que, en general, se escucha poco. Tal vez porque molesta, tal vez porque su grito incomoda, tal vez porque se tiene miedo al cambio que ustedes reclaman…”
 “No se puede abordar el escándalo de la pobreza promoviendo estrategias de contención que únicamente tranquilicen y conviertan a los pobres en seres domesticados e inofensivos.”

Deuda en nivel histórico.

Foto
México SA
Economía uno; débito 10
Per cápita, 58 mil pesos
Carlos Fernández-Vega
En el sexenio peñanietista la deuda pública por mexicano, incluidos los recién nacidos, se ha incrementado hasta 58 mil 417 pesos, ya que sólo en los 22 meses del gobierno aumentó 8 mil 75 pesos por personaFoto Francisco Olvera
Para aquellos pesimistas que reclaman porque en este país nada crece (salvo el número de muertos y de las fosas clandestinas, más el volumen de las fortunas de los Forbes), la Secretaría de Hacienda ha tenido a bien informar que en lo que va del sexenio peñanietista la deuda pública por mexicano, incluidos los recién nacidos, se ha incrementado hasta llevarla a 58 mil 417 pesos.
Con lo anterior, y si se consideran los gobiernos panistas, a lo largo del presente siglo la deuda pública cargada en los hombros de cada uno de los mexicanos que habitan aquí ha crecido la friolera de 427 por ciento, al pasar (prorrateo de por medio) de 10 mil 200 pesos al comienzo del sexenio foxista a 50 mil 342 pesos al concluir el calderonista, y de allí a 58 mil 417 pesos al cierre de septiembre de 2014, con Enrique Peña Nieto en Los Pinos. Y de cereza, una economía que se mantiene en el suelo, con un avance promedio anual en el periodo de 1.8 por ciento y el 60 por ciento de la población ocupada en la informalidad.
La Jornada (Israel Rodríguez) lo resume así: “en lo que va del actual sexenio el sector público federal se ha endeudado a un ritmo de mil 675 millones de pesos diarios, cantidad que, comparativamente, equivale a que en sólo 59 días se contratan pasivos por un monto que equivale al presupuesto anual destinado a la seguridad nacional, se desprende de informes de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
“Así, en los 668 días transcurridos desde el primero de diciembre de 2012, cuando empezó el actual gobierno federal, hasta septiembre pasado, el monto de la deuda en su expresión más amplia representada por el saldo histórico de los requerimientos financieros del sector público aumentó en un billón 119 mil 527 millones, cantidad equivalente al doble del gasto en salud previsto para 2015.
“Los más recientes informes sobre las finanzas públicas y la deuda correspondientes al cierre del tercer trimestre del año, emitidos por la Secretaría de Hacienda, precisan que el monto total de la deuda del sector público, en su concepción más amplia, ascendió a 7 billones 10 mil 39 millones de pesos a septiembre de 2014, cantidad equivalente al 41 por ciento del monto total de los bienes y servicios que producirá el país en todo 2015, calculado en 17 billones 96 mil 300 millones de pesos, de acuerdo con cifras oficiales… También es equivalente a poco menos del doble del gasto que el gobierno canalizará a educación y que será para el próximo año de 651 mil 87 millones de pesos”.
Pues bien, en el arranque sexenal el inquilino de Los Pinos prometió a los mexicanos resultados tangibles, y uno de ellos está a la vista: en apenas 22 meses de gobierno, cada uno de los mexicanos que habitan aquí vio crecer su deuda (que quiéranlo o no deberán pagar, por obra y gracia gubernamental) en 8 mil 75 pesos, y contando, monto que es independiente de las deudas personales.
Con Enrique Peña Nieto en la residencia oficial, y a su lado Luis Videgaray, el doblemente galardonado ministro del año, el saldo de la deuda pública ha crecido a un ritmo diez veces mayor que el de la economía (19 por ciento contra 1.75 por ciento, en promedio, siempre y cuando este año el PIB avance 2.4 por ciento), y ha llevado el monto del débito a un nivel histórico.

La fractura nacional.

Enrique Calderón Alzati
Observando el miércoles por la noche la videoconferencia transmitida por La Jornada, con los padres y familiares de los normalistas de Ayotzinapa, luego de su reunión con el Presidente, apareció ante mí la imagen de la gran fractura nacional que sufre hoy nuestro país, la República Mexicana, surgida a la luz pública como resultado de la tragedia causada por supuestos elementos identificados como servidores públicos.
Es la visión que toma fuerza ante la actitud de los padres y acompañantes, que de manera natural representan a la sociedad mexicana, que ha retirado su confianza a todas las instancias de gobierno, representadas por un solo ícono en la figura del Presidente de la República, visiblemente incapaz ya de poder garantizar la seguridad y la vigencia de la ley, pero que es también, él mismo, símbolo e imagen de la clase política mexicana, caracterizada por su desdén y desprecio al pueblo y a la sociedad que gobierna y representa, la cual puede ser tratada unas veces como daños colaterales, otras, como grupos delictivos potenciales, y a veces como mercancía comprable que puede ser envilecida con monederos electrónicos, como posible recurso para ganar elecciones que sabe perdidas, luego de sus respuestas insolentes a la prole juvenil que le rechaza.
Se trata, así, de una fractura entre el pueblo y el sistema, es decir, los grupos de interés que desdeñando los derechos de las mayorías han usado todos los recursos a su alcance para apoderarse del control de la República, pretendiendo que la sociedad olvide las fracturas anteriores que se dieron cuando sus antecesores le ofrecieron el trono de México a un príncipe europeo; o de aquella surgida a la luz en 1910, desde la oscuridad de la prisión de San Luis Potosí, como tajante rechazo a la descomposición del gobierno, fracturas que como la de ahora, se fueron gestando en el tiempo, a partir de engaños, de abusos de poder y de violencia contra el pueblo cansado de ser explotado y lanzado a la miseria.
Es la fractura de dos visiones de futuro: una, la del pueblo que busca zafarse del yugo de sus explotadores, para buscar mejores horizontes; que cree en la solidaridad, en el bienestar común y en la justicia aplicada con igualdad, y que además tiene miedo de la violencia de los poderosos, pero que finalmente cansado de promesas y engaños llega a comprender la magnitud de su fuerza y del valor de sus razones y se decide a hacer uso de ellas, como sucedió en la reunión de Los Pinos.
La otra es la visión milenaria y arrogante de los que sintiéndose poderosos se niegan a atender reclamos que no provengan del extranjero, pero que en su escasa preparación y conocimientos de la historia y de las hazañas del hombre se sienten también inferiores y pertenecientes a una etnia dominada e ignorante, incapaz de manejar su propio destino, y que por ello requieren que vengan otros seres de culturas superiores a enseñarnos y a dirigirnos en la conducción del destino nacional, sin reparar en la importancia de nuestra soberanía, llegando así a la contradicción de sentirse amos de México y a la vez lacayos de grupos extranjeros que deben venir a decirnos los qué y los cómo, sin importar cuáles sean sus propios objetivos, que desde luego serán siempre de despojo y depredación, lo que ellos llaman ganancias y califican de lícitas.
Pienso entonces en otras fracturas más pequeñas, pero también visibles, que son parte y consecuencia de ésta, formadas por todo un espectro de pequeños grupos de la sociedad agraviada, que van desde los que ven sólo la posibilidad última de destruirlo todo, o en el otro extremo, de aceptarlo todo como destino inexorable; destacando entre ellos quienes en forma pausada y reflexiva se deciden a enfrentar la situación en busca de un cambio posible que implica riesgos y fracasos, pero que con acciones firmes y ejemplares logran rescatar sus sueños.
Del otro lado de la fractura, es también clara la existencia de grupos e individuos que con sus acciones buscan complacer a quienes mantienen el poder. Entre estos grupos podemos identificar a los policías homicidas, que en su intención de satisfacer a los caciques asesinos de Guerrero, son capaces de disparar sus armas y de masacrar, torturar o desaparecer a quienes identifican como indeseables y problemáticos para sus amos, pensando que éstos los premiarán por sus hazañas, tal como en su momento las autoridades electorales determinaron que las elecciones habían sido inobjetables, para dar el triunfo a Peña Nieto.
Las afirmaciones de los padres de familia y maestros de Ayotzinapa, dando a conocer que las amenazas y agresiones a estudiantes y maestros de la escuela provenían por igual de los gobiernos municipal, estatal y federal, complementados con las declaracione del padre de familia que, con su hijo herido, recibe la frase de un mando del Ejército: Ustedes se la buscaron, cabrones, no dejan lugar a dudas sobre la responsabilidad del gobierno federal en la tragedia. El hecho de que el Presidente de la República tardara un mes en recibir a los padres de familia, así como sus declaraciones de que él ha contestado su pliego petitorio, luego de la infructuosa reunión en Los Pinos, sólo confirma su desdén por el pueblo y su incapacidad de entender el tamaño del problema que tiene enfrente.
En este escenario no podemos ver como un hecho aislado la resolución de la Suprema Corte de Justicia de eliminar como improcedente la consulta solicitada por dos partidos políticos y apoyada por millones de firmas de ciudadanos y ciudadanas, que han preferido seguir el camino constitucional para impedir que se modifiquen tres artículos de la Constitución en forma arbitraria y lesiva para el futuro de la nación; la conducta de los magistrados de justicia coincide con la de los policías agresores de los normalistas, sus objetivos son los mismos, agradar a sus amos, sin entender que lo que han hecho no ha sido otra cosa que magnificar la actual fractura nacional.
La tragedia de Ayotzinapa nos indica el camino a seguir para eliminar esta fractura, la oposición pacífica a un gobierno terrorista y dispuesto a transgredir la ley con acciones y omisiones, ignorando sus responsabilidades y mandatos. La realización de la consulta por cuenta propia, para señalarle al mundo cuál es la voluntad y el sentir del pueblo de México, es el mejor reconocimiento a sus profesores y estudiantes, que hoy nos han enseñado con claridad lo que podemos y debemos hacer para poner en su lugar a los gobernantes y políticos, que tan claros han sido en su desprecio por el pueblo de México.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Las cuatro plagas de México.

Arturo Alcalde Justiniani
Ayotzinapa es un eslabón más de una larga cadena de hechos que tienen sumido en la tragedia y la desgracia al país. No podemos limitar nuestra indignación contra un grupo de desalmados delincuentes o de unos gobernantes amafiados con el crimen organizado. Estos dolorosos acontecimientos se vinculan con los que día a día surgen en otras regiones del país, involucrando a campesinos, indígenas, migrantes, jóvenes, mujeres y población del campo y la ciudad. Sólo con un cambio urgente en políticas e instituciones se podrá orientar el país hacia otro rumbo.
En los múltiples diagnósticos y análisis que se hacen respecto de la situación de violencia e inseguridad que priva en México, aparecen como común denominador cuatro factores, que se retroalimentan y explican en buena medida la situación que vivimos: la pobreza, la corrupción, la impunidad y la opacidad. ¡Cuatro plagas!
La pobreza, producto de la enorme desigualdad arraigada en nuestra nación, es sin duda la madre de todos los males, pues genera indefensión, destrucción del orden normativo y del tejido social; en esta condición, es imposible que progresen las políticas sociales, ambientales, o que mejore sensiblemente la calidad educativa. El punto es que la pobreza en la que se encuentra la mayor parte de la población no deviene de que la gente no quiera trabajar o que los jóvenes se resistan a acudir a las escuelas, tampoco que nuestro país sea inviable por su condición geográfica, menos aún que se trate de un hecho natural. La causa está en un modelo de concentración del poder económico y político por parte de un sector que defiende a capa y espada sus privilegios y que influye en las políticas gubernamentales para conservarlos. Esto se puede observar en ejemplos recientes: a sabiendas de la gran importancia que tienen la radio y la televisión para la educación, la cultura y la comunicación, y existiendo la posibilidad de asignar su explotación a sectores de la sociedad y a comunidades marginadas, se optó por rematarlas al mejor postor, lo cual favorece la concentración e incrementa los efectos perniciosos de los medios de comunicación que actualmente padecemos.
En el tema del salario mínimo, habiéndose hecho la presentación en las cámaras legislativas de la iniciativa de ley para desvincularlo de otros factores que lo condicionan, lo que constituía el argumento central del gobierno y de los empresarios en contra del incremento, hoy se congela esa reforma legal y se pretende imponer nuevamente un minisalario de pobreza, prueba de ello es la burla del 3.4 por ciento de incremento salarial impuesto ayer en la UNAM con la clara intención de extenderlo en el resto del país. Por lo visto los datos duros que se han acreditado contra la miseria salarial artificialmente impuesta han sido letra muerta, condenando a los hombres y mujeres que trabajan a la informalidad o a la migración.
La corrupción y la impunidad van de la mano; se han convertido en la imagen de nuestro país en el mundo entero. Éstas se reproducen en todos los espacios, lo vemos en las historias y denuncias que aparecen en los diarios, de funcionarios, empresarios o corporaciones poderosas que siempre terminan sin verse afectados por su indebida conducta. Es más fácil que una pobre mujer que paga sin dolo con un billete falso pase un largo periodo en la cárcel, que molestar o apresar al diputado que fue grabado dando instrucciones para inflar precios de servicios y recibir una parte del negocio fraudulento. Basta observar el perfil de los presos de nuestras cárceles para confirmar que están llenas de pobres.
En el pasado se han presentado distintas iniciativas para reformar íntegramente el sistema de justicia. Años atrás, la Suprema Corte convocó a una consulta nacional sobre el tema; se hicieron múltiples aportes en todas las áreas y se elaboró un llamado Libro blanco. En otro tiempo, Samuel del Villar elaboró propuestas en esa misma línea. Todavía tenemos presentes los análisis a escala local que formuló un equipo encabezado por Miguel Sarre. Todo ello va quedando en el olvido, porque hay una gran resistencia al cambio, derivada del interés de los grupos de poder, que se retroalimentan, reproducen en un pequeño número y se protegen a toda costa. Para ello, controlan la política y la economía y mantienen a esa clase parasitaria que impide que nuestro país dé el salto hacia una nueva legalidad que haga realidad los principios de igualdad contenidos en nuestras declaraciones fundacionales y en los convenios que hemos compartido formalmente como miembros de la comunidad internacional.
La opacidad es un elemento colateral. La constante resistencia de las dependencias públicas a brindar información demuestra que hay una red de complicidades en la que los implicados se protegen recíprocamente. Un ejemplo a destacar es el proceso de formulación de la nueva Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública en el ámbito gremial, renglón que pertenece a ese submundo de las relaciones laborales, el cual, sin embargo, es fundamental, porque podría convertirse en un factor de equidad, de justicia y de propuesta en políticas públicas, como sucede en otros países.
A pesar de los avances que en materia constitucional se han dado durante los últimos 40 años, tendientes a garantizar el acceso público de cualquier persona para conocer y obtener incluso copia de documentos íntegros, como son los contratos colectivos, los estatutos y aquellos que forman parte del expediente de registro sindical, hoy una visión corporativa pretende limitar esta transparencia según se muestra en las dos versiones de ley que el IFAI ha propuesto a la Cámara de Senadores.
Por lo que se ve, el esfuerzo colectivo para lograr que nuestro país sea cobijo de una comunidad más justa tiene distintos frentes. El reto es empujar hacia un cambio verdadero. La primera prioridad, sin duda, es que aparezcan con vida los jóvenes normalistas de Ayotzinapa. Su desaparición ha cimbrado al país y a buena parte del mundo.

Economía: no alcanza.

México SA
SHCP cambia locutores
Muletillas vs resultados
Carlos Fernández-Vega
Sin estar conciente de ello, la propia Secretaría de Hacienda envía las señales adecuadas para que los mortales lean correctamente el discurso oficial y entiendan la situación económica real del país, esto es, lo contrario a las siempre optimistas declaraciones públicas de sus funcionarios.
Cuando estaba en su apogeo el mexican moment (el truco propagandístico de arranque sexenal) quien tomaba el micrófono para dar las buenas nuevas oficiales y encabezaba todas las conferencias de prensa era el mismísimo secretario de Hacienda, Luis Videgaray, quien a diestra y siniestra prometía el oro y el moro.
Sin embargo, según empeoraban las condiciones económicas, en Hacienda bajaron un nivel en el escalafón burocrático y quien brincaba a la palestra y tomaba el micrófono era el subsecretario de ramo, Fernando Aportela, el que ya no prometía tanto pero sí dedicaba su mejor esfuerzo a capotear la tormenta y, desde luego, a maquillar los malos resultados.
Ahora que al zarandeo económico se le suma el político y el social, y que el ambiente está color de hormiga, la citada institución se fue a los peldaños intermedios –con ganas de ser menos que eso– de la escalera de mandos burocráticos, de tal suerte que la novedad es que los encargados de justificar los pésimos resultados, sonreír ante las cámaras y anunciar las noticias oficiales tienen rango de jefes de unidad.
Como van las cosas, para el próximo informe de la situación económica del país igual la Secretaría de Hacienda decide que sea el chofer del titular del ramo quien salga a explicar a la ciudanía los buenos datos en la economía y el mayor dinamismo que se registra. Tal vez el doble ministro del año está muy ocupado en celebrar sus galardones y de allí la falta de espacio en su agenda para directamente informar sobre el tema que le atañe, pero el hecho es que la economía nacional se mantiene en la lona, por muchas ganas y sonrisas en el escalafón burocrático.

La negra noche de México.

Elena Poniatowska
Ahora que venía para el Museo de Memoria y Tolerancia, por la calle Luis Moya, leí un letrero impreso en letras negras en un muro que decía: No le temo a la represión, le temo al silencio de mi pueblo, que me remitió de inmediato a los 43 estudiantes normalistas y me hizo pensar en, ¿Qué es ser maestro? ¿Sólo enseñar a leer y a escribir? En México es la Escuela Normal Superior la que surte de maestros a los sitios más alejados y difíciles del país, esos a donde los políticos sólo llegan en época electoral. Para un niño, para un adolescente, ser parte de una escuela es hacerse de amistades y adquirir el sentido de pertenencia. Todos buscamos pertenecer a una comunidad, todos buscamos el privilegio de un amigo. De la escuela sale el compañerismo y el respeto a los demás.
En sitios olvidados como las comunidades de la Montaña Alta de Guerrero, el maestro es mucho más que un simple transmisor de conocimiento, es una autoridad moral, un juez de paz, un médico partero, un comisario, un confesor, el consejero matrimonial y el correo del corazón de los enamorados y en muchos casos el padre y la madre del niño de vientre abultado que lo mira como a su salvador: la solución a todos sus problemas.
Los maestros rurales, alejados de la grilla sindical y política, aprenden a vivir con la gente, respetan sus costumbres y en muchos casos se desesperan al no poder hacer más por los niños y jóvenes que llegan cada día a sus aulas. Eso les sucedió a Lucio Cabañas y a Genaro Vásquez Rojas que al final de cuentas se desesperaron ante la indiferencia del gobierno y optaron por la guerrilla. Eso le sucedió al maestro del cuento de Juan Rulfo, “Luvina, que (más débil) escogió el alcohol para paliar su exasperación.
Quizá los aspirantes a maestros que entran a la Normal ignoran que su tarea no tiene nada de fácil, porque el que enseña a leer y a escribir reproduce uno de los milagros de Cristo, abrir los ojos a los ciegos y trasmitir la esperanza de un futuro mejor. Los maestros de nuestro país, los que tragan polvo de la montaña y comen tortilla y sal junto a sus estudiantes no sólo son jóvenes aventados sino rayos de esperanza en medio de la negra noche que se abate sobre México.
Hoy en este extraordinario Museo de Memoria y Tolerancia, es bueno reflexionar sobre los 43 muchachos normalistas desaparecidos que tienen que aparecer. No todos nos caemos bien. Muchos toleramos a los trescientos y algunos más que ya casi ni existen, los fufurufos, las misses de los concursos de belleza, los reality shows que fomentan la idiotez, la melcocha y el retraso mental de las telenovelas que se repiten a lo largo de todo el continente, los montajes de la Procuraduría, la justicia con su venda en los ojos, las balanzas chuecas. Lo que ya no podemos tolerar es la impunidad, la burla ante los 43 que se han esfumado, la voracidad y el enriquecimiento de los funcionarios públicos. Este museo es ejemplar y nos obliga a los mexicanos a hacer memoria y es uno de los pocos de América Latina que practican el ejercicio de la ecuanimidad. Siempre recordaré a las ciento y una figuras femeninas del éxodo de las esculturas de Helen Escobedo hechas con palos y trapos blancos que caminaban penosamente una tras otra en la avenida Juárez y todavía hoy nos recuerdan lo que significa no tener país.
El Museo de la Memoria y Tolerancia hizo un altar de muertos con un círculo de cempasúchil que acompaña una frase mía.
Quiero un país donde no haya asesinatos, donde toda la gente tenga las mismas oportunidades. No podemos seguir así, sentados sobre huesos, sobre fosas. Tenemos una causa común, la causa del amor que le tenemos al país y a nosotros mismos y el cuidado de los que vienen después, no sólo de los hijos propios, sino de todos los niños del mundo. ¿Qué les estamos dejando, qué les vamos a decir cuando nos pregunten y tú que estabas haciendo?